jueves, 16 de septiembre de 2010

Chile tiene una pena



Hermann Mondaca Raiteri
hermannmondaca@gmail.com

Chile se ha preparado anticipadamente para celebrar su bicentenario 8 años antes de cumplir los doscientos años, pues la independencia política de España la obtuvimos recién en 1818, cuando el general San Martín derrotó a los realistas en la batalla de Maipú. Por otro lado, 169 años antes del año 1810 que celebramos, es decir, hace 369 años el imperio español reconocía que el territorio mapuche tendría como su frontera norte el río Bío Bío. El Tratado de Quilín fue ratificado por el rey Felipe IV de España y puede ser interpretado como un reconocimiento oficial de la nación mapuche por parte del Imperio español.

Los mapuche fueron el único pueblo de América Latina que nunca fue derrotado por los españoles. Tamaño orgullo nos otorgan!!

Festejamos las fiestas patrias sabiendo que los 33 mineros que los atrapó la panza de la tierra están vivos y son el milagro solicitado colectivamente.

La fiesta se prepara con algarabía, y siento una pena en el alma.

Hoy 34 comuneros mapuche solicitan un juicio justo sin justicia militar y sin ser bárbaramente reconocidos como terroristas.

Para aquello ofrendan lo más valioso que poseen: sus vidas, en una huelga de hambre que lleva ya 67 días.

El país, las chilenas y chilenos, la diversidad cultural de Chile, las otras etnias aymaras, quechuas, atacameños, diaguitas, rapa nui, kawashkar, yamanes y los inmigrantes que llegaron a colorear estas tierras exigen un diálogo entre el Gobierno y los comuneros, nada justifica la espera.

Celebremos este bicentenario, pero acompáñeme a cantar con Violeta,

“Arauco tiene una pena /
que no la puedo callar, /
son injusticias de siglos /
que todos ven aplicar, /
nadie le ha puesto remedio /
pudiéndolo remediar. /
Levántate, Huenchullán..../
Arauco tiene una pena /
más negra que su chamal, /
ya no son los españoles /
los que les hacen llorar, /
hoy son los propios chilenos /
los que les quitan su pan. /
Levántate, Pailahuán"(Violeta Parra).

miércoles, 15 de septiembre de 2010

¿Qué tenemos que celebrar?

Adelfo Regino Montes

Ante los actos conmemorativos del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución Mexicana convocados por el gobierno federal, los pueblos indígenas no tenemos nada que celebrar. Antes bien, hay mucho que reflexionar sobre la delicada situación de marginación, exclusión, explotación, racismo y discriminación en la que perviven nuestros pueblos en todos los ámbitos de la vida cotidiana y, desde luego, mucho que trabajar y luchar para resolver nuestras ancestrales reivindicaciones de autonomía, justicia, desarrollo y reconstitución.


Nada hay que festejar cuando a 200 años de iniciada la llamada Independencia mexicana y a 100 años de la primera revolución social del siglo XX, México sigue en deuda con nuestros pueblos indígenas. Esto es así ya que, pese a la gran participación de estos mismos en el movimiento de la Independencia, al triunfo de la referida gesta histórica los pueblos indígenas fuimos excluidos en la conformación estructural y organizativa del Estado mexicano. Pero no sólo eso, sino que a los llamados “padres de la patria” se les ocurrió darnos el trato de extranjeros en nuestra propia tierra, similar a lo acaecido en los Estados Unidos de América, donde se llevó a cabo una guerra de exterminio en contra de las tribus indias y la consecuente creación de las denominadas reservaciones indígenas.


Lamentablemente, con el movimiento de Independencia los pueblos indígenas nos liberamos del yugo de la corona española, pero desde entonces vivimos sometidos y sojuzgados por los nuevos amos y señores de México, por aquellos que heredaron el poder y el dinero de los conquistadores. La anhelada libertad, consustancial a cualquier movimiento libertario, para los pueblos indígenas de México y América Latina, sólo fue un sueño que pronto se tornaría en pesadilla. Desde esta óptica, en la Constitución de 1824 quedamos tajantemente excluidos en lo que concierne a nuestros derechos y aspiraciones, como hasta hoy.


Esta lógica de negación y exclusión rotundas continuaron vigentes durante toda esa etapa de la vida nacional, muy especialmente en el movimiento de la Reforma, en el que, en nombre de la libertad y la igualdad, de la homogeneidad y del individualismo, quiso ser borrado todo vestigio de diversidad y heterogeneidad, y fueron considerados nuestros pueblos un serio obstáculo hacia los afanes de orden y progreso de los poderosos de aquellas épocas. Según los connotados liberales, el individuo era el centro de todo y cualquier vestigio de vida comunitaria y colectiva debía ser sacrificado. Fue así que se desamortizaron los bienes comunales de los pueblos indígenas en diversas partes del país, dando origen al más aberrante latifundismo que más tarde daría origen al grito de “¡tierra y libertad!”


La inercia de la exclusión y la negación sembradas 100 años atrás y la excesiva polarización de la sociedad mexicana, entre ricos y pobres, entre grandes latifundistas y los incontables peones acasillados que habían proliferado en diversas partes del país, harían brotar en el seno de la sociedad indígena y campesina, en el norte y en el sur, el grito de “¡tierra y libertad!” en 1910. La falta de libertad, pese a que presumíamos ser independientes, la exaltación del individualismo en sociedades comunitarias, la excesiva concentración de la riqueza en manos de los caciques y latifundistas frente a la terrible pobreza de millones de mexicanos habían hecho germinar la posibilidad y realización de la hoy llamada Revolución Mexicana. Tal como había sucedido en los ejércitos insurgentes de Hidalgo y Morelos en el movimiento de Independencia, al frente de batalla de los ejércitos de Zapata y Villa, entre otros líderes revolucionarios, iban los habitantes de los pueblos indígenas y campesinos. Quizás lo hacían porque no había absolutamente nada que perder, ya que de por sí su vida era totalmente insignificante a los ojos de los poderosos, y sí mucho que ganar, al menos la posibilidad de morir soñando que sus hijos tendrían una vida mejor, con tierra, dignidad y libertad.


Pese a que muchos de estos valientes y anónimos revolucionarios ya no verían la materialización de sus sueños y aspiraciones, la Constitución de 1917 consagraría muchas de las legítimas reivindicaciones que en vida habían enarbolado. En la revisión del nuevo pacto social mexicano se reconocería la vigencia del municipio libre y soberano en el artículo 115 constitucional, para poner un alto a la barbarie y al autoritarismo de los jefes políticos del porfiriato, poniendo con ello un serio dique al centralismo mexicano. Con la aprobación del artículo 27 se daría paso al reconocimiento y la titulación de los bienes comunales, la restitución agraria y la dotación de tierras a los desposeídos frente a la ignominia del cacique, el latifundio y las muy diversas formas de explotación campesina e indígena fomentada por la ambición y la avaricia. Los derechos básicos de los trabajadores urbanos y rurales serían consagrados en el artículo 123 de la nueva Carta Magna. Así, parados en la sangre y en el dolor del pueblo, presumiríamos al mundo una renovada normatividad con gran contenido social y libertario.


Hoy muchas de estas conquistas históricas permanecen incumplidas y el estado de cosas no ha cambiado sustancialmente para nuestros pueblos y la gran mayoría de la sociedad mexicana. Aunque pervivimos alrededor de 15 millones de habitantes indígenas pertenecientes a 62 pueblos ubicados en la geografía nacional, estamos sometidos a un lamentable proceso de exterminio y muerte. Así nuestras lenguas y culturas están desapareciendo constantemente; nuestras tierras, territorios y recursos naturales están seriamente amenazados por la imposición de proyectos de las empresas nacionales y trasnacionales; la marginación, la pobreza y la migración han aumentado debido a la caída de la producción agrícola y la falta de valorización de los productos del campo; nuestros procesos de autonomía indígena y democracia comunitaria están siendo violentados y fragmentados para evitar su supervivencia y fortalecimiento; la criminalización del movimiento indígena y social se ha convertido en parte de la cotidianidad de nuestras organizaciones e instituciones comunitarias.


Ello como consecuencia de una política de Estado etnocida, excluyente, racista y discriminatorio, así como de un modelo económico mundial basado en la avaricia, la mercantilización de la vida, la violación de los derechos fundamentales y la explotación irracional de los recursos naturales, que invariablemente nos están llevando a la destrucción y a la muerte. Con este panorama no tenemos nada que festejar; antes debemos hacer memoria histórica, para que sobre esa base podamos refundar el país y volver a sembrar esperanza en estas tierras.

CONVOCATORIA ADOPCION DECLARACION SOBRE AUTOGOBIERNO MAPUCHE Y EL BICENTENARIO DE CHILE –CERRO WELEN- SANTA LUCIA SANTIAGO-CHILE 18 SEPTIEMBRE 2010




1.- Teniendo en cuenta que el Estado de Chile está cumpliendo dos siglos de su existencia y que este se constituyó sin la participación de los Pueblos Indígenas, a pesar que en ese momento histórico los indígenas constituían la mayoría absoluta.



2.- Recordando que durante 1810- 1881el Pueblo Mapuche tuvo una vida independiente y soberana por más de 70 años ante el Estado de Chile y que éste en un acto unilateral invadió militarmente al Pueblo Mapuche, hecho conocido como la Pacificación de la Araucania provocando un despojando del territorio y anexando ilegal e ilegítimamente a su soberanía que no tiene.


3.- Considerando que el Estado de Chile desde la invasión militar unilateral consumado durante 1881, ha impuesto la doctrina de la negación de los Pueblos Indígenas y su derecho y en particular el Pueblo Mapuche. Esta doctrina se ha mantenido invariable en el tiempo y tal como están los hechos se prevé que esta política se extenderá más allá del Bicentenario.


4.- Paralelamente a lo anterior el derecho internacional en cuanto a los derechos de los Pueblos Indígenas ha progresado significativamente, el día 13 de septiembre 2007 la Asamblea General de Naciones Unidas adoptó una Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas, este instrumento de derechos humanos de última generación en su artículo 3.- establece el derecho a la Libre determinación.


5.- Al amparo del derecho internacional algunas organizaciones Mapuche han venido trabajando orgánicamente e intercambiando puntos de vistas en cómo implementar y ejercer el derecho de libre determinación. En este sentido se ha instalado la Escuela para el Autogobierno Mapuche en Temuco, Valdivia y Puerto Montt y el día 16 de diciembre 2009 se adopto la primera declaración en la ciudad de Temuco instrumento que ha permitido guiar las acciones.


6.- El día 18 de setiembre 2010 con motivo al Bicentenario de Chile, concurriremos desde nuestro ancestral territorio –Wallmapuche- al Cerro Welen- Santa Lucia para adoptar una Segunda Declaración que tiene por objeto reiterar nuestra voluntad colectiva para transitar por un proceso político organizativo e instalar un Autogobierno Mapuche, al mismo tiempo, hacer un llamado a todos los Mapuches interesados para trabajar conjuntamente y materializar el inherente derecho a la autodeterminación.


7.- El día 18 de septiembre de 2010, a las 11:30 AM, en el Cerro Welen -Santa Lucia aprovecharemos de comunicar al pueblo de Chile, a los no Mapuche y los exhortaremos para establecer un diálogo permanente, apoyen, solidaricen y acepten este nuevo proceso autodeterminación que estamos emprendiendo los Mapuche.



8.- En dicha oportunidad seguiremos manifestando nuestro apoyo a todos los Mapuche que se encuentran en Huelga de Hambre, por la no aplicación de la Ley antiterrorista.



PASCUAL PICHUN PAILLALAO
Lonko
AUCAN HUILCAMAN PAILLAMA
Consejo de Todas las Tierras


GALVARINO REIMAN HUILCAMAN
Asociacíón Ñancucheo Lumaco
JOSE SANTOS MILLAO
Presidente Nacional Admapu