El oficialismo boliviano obtuvo alrededor del 60 por ciento de los votos totales frente al 20 por ciento del opositor Poder Democrático Social. Así, se quedó con 135 (de 255) constituyentes y Podemos con 60. El No ganó en 5 de 9 departamentos, el Sí autonómico se dio a nivel local en Santa Cruz, Beni, Tarija y Pando, la zona más rica.
Por Pablo StefanoniDesde La Paz
Cautela, alivio y festejos. Esa fue la secuencia en los ánimos que predominaron en el entorno del presidente Evo Morales –que rompió la cábala de las últimas elecciones y siguió los comicios desde la residencia presidencial en La Paz– luego de conocerse los resultados en boca de urna. El sistema electoral boliviano prevé la elección de constituyentes plurinominales –por departamento– y uninominales –por circunscripción–, por lo que el análisis de los resultados se pareció a una digestión lenta. Poco a poco se fue perfilando la tendencia: Morales pasaba con holgura la prueba del plebiscito sobre su gobierno al conseguir el oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) alrededor del 60 por ciento de los votos totales frente al 20 por ciento del opositor Poder Democrático Social (Podemos, liderado por el ex presidente Jorge “Tuto” Quiroga) y 135 constituyentes sobre 255, frente a 60 de Podemos. Es decir la mayoría absoluta de la convención. A las 21.45 el presidente dio un mensaje en los jardines de la residencia presidencial de San Jorge. “Ganamos por partida doble, el No a nivel nacional y el 60 por ciento de los votos para la Asamblea Constituyente”, dijo Morales. “Con este apoyo se consolida la nacionalización y el camino antineoliberal expresado en nuestra revolución democrática y cultural”, agregó.
“Fue una paliza electoral del MAS”, dijo el presentador televisivo y militante de la oposición Eddy Luis Franco al presentar los guarismos. Sin embargo, la victoria tenía algo de sabor amargo: pese a un triunfo del No en el ámbito nacional, el referéndum autonómico les daba un amplio triunfo a los movimientos autonomistas del oriente del país. La plaza central de Santa Cruz de la Sierra se fue tiñendo de verde y blanco al conocerse que el 80 por ciento le dijo Sí a la autonomía, porcentaje que bajó más tarde al 73 por ciento. Esos resultados se repetían en el menos poblado departamento de Beni, mientras que en Pando y Tarija la diferencia entre el Sí y el No era menos holgada. “Pedimos libertad y hoy somos libres”, gritó el prefecto de Beni, Ernesto Suárez, al descubrir un “monolito de la autonomía”, como si se tratara de un territorio ocupado por una potencia extranjera. “Se acabó el orgasmo del MAS”, dijo el prefecto de Santa Cruz, Rubén Costas, poniendo de relieve que las autonomías se viven como un límite al poder del “populista” Evo Morales. Desde el gobierno respondieron que se trató de un referéndum nacional y la mayoría de los bolivianos rechazó las autonomías. Y ésa será la madre del cordero de la convención: cómo compatibilizar el Sí cruceño y oriental con el No paceño y occidental.
Los autonomistas consideran suficiente el voto afirmativo local, mientras que los antiautonomistas se basan en las preferencias nacionales, que le dieron un 56 por ciento a la opción negativa. Dos sorpresas: en Santa Cruz, el MAS peleaba palmo a palmo el primer lugar departamental con Podemos, con el 25 por ciento cada uno, mientras que en Tarija ocupaba un segundo lugar el oficialismo con el 39 por ciento. En el occidente del país, la hegemonía masista fue contundente con casi al 70 por ciento en La Paz y bastante más del 50 por ciento en Cochabamba, Oruro, Potosí y Chuquisaca. En Beni y Pando ganó la derecha. Con este resultado el MAS aspira a ganar siete de los nueve departamentos. Y quedó en claro que muchos votantes le dijeron Sí al presidente pero también a las autonomías rechazadas por el mandatario indígena.
Estos guarismos dibujan un complejo mapa poselectoral. “El sistema electoral de la Constituyente favorece a las minorías, por eso el MASobtendrá una representación menor a los votos que obtuvo”, señaló el analista Roberto Barbery. De allí que el gobierno ya esté pensando en la ingeniería electoral para conseguir la mayoría de dos tercios necesaria para aprobar la nueva Carta Magna. Según fuentes consultadas, se manejan dos opciones adicionales. Una es que la Asamblea Constituyente proponga dos proyectos constitucionales –uno por la mayoría y otro por la minoría– y los bolivianos elijan uno de ellos mediante referéndum. Otra opción es que los constituyentes deroguen la necesidad de los dos tercios, impuesta en las negociaciones por la derecha, y aprueben los cambios constitucionales con el 50 por ciento más uno, un número con el que cuenta el oficialismo.
“El triunfo del No es el más triste de la historia, nadie puede festejar que ganó el centralismo”, dijo provocativamente desde Santa Cruz el periodista y activista de la autonomía Carlos Valverde. Desde el gobierno se apresuraron a revertir el clima que se vivía en las filas del MAS y cambiaron la reflexión por los festejos. Dos llamadas telefónicas alcanzaron para que un grupo de simpatizantes se concentrara ante la residencia presidencial cantando el clásico de los ’80 “Para el pueblo lo que es del Pueblo” y varios ministros coparan radios y canales de TV para explicar que el gobierno ganó ampliamente los comicios y que Morales pasó con éxito su primer examen electoral como presidente.
“Es la victoria más contundente de la historia boliviana”, dijo el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana. “Gonzalo Sánchez de Lozada ganó con el 33 por ciento de los votos y los medios titularon victoria histórica, nosotros ganamos con casi el 60 por ciento y quieren hacer ver que perdimos”, dice otro funcionario con llegada al presidente. Con el avance de la noche el oficialismo desbordaba cada vez más optimismo.
En la noche predominaron los pronunciamientos moderados, tanto en el gobierno como en la dirigencia regional cruceña convocaron al reencuentro y a la unidad nacional. En definitiva, tanto unos como otros tenían qué festejar.
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